Este espacio está dedicado a temas literarios -artículos, entrevistas, reseñas- también reflexiones, fotografías y por supuesto, mucho o todo lo relacionado al tema de Cuba y la diáspora cubana. Sobre esta plataforma pretendo construir un espacio donde se pueda compartir, sin mucho protocolo, impresiones con otros cibernautas. Todas las entradas podrán aparecer tanto en inglés como en español, mas se proscribe, dentro de lo posible, todo uso de Spanglish.

Sunday, January 24, 2010

Entrevista con Orlando Luis Pardo Lazo, Boring Home y la "estética del desastre"


Entrevista a Orlando Luis Pardo Lazo
Yani Angulo-Cano

Orlando Luis Pardo Lazo (n. 1971) desempeña labores de fotógrafo, escritor y editor en la ciudad de La Habana. Allí dirige las bitácoras Boring Home Utopics y Lunes Post Revolución. Ha publicado varios libros de narrativa: Collage Karaoke (2001), Empezar de cero (2001), Ipatrías (2005) y Mi nombre es William Saroyan (2006). Su reciente colección de cuentos, Boring Home, fue retirada tanto de la lista de publicaciones de la oficialista editorial Letras Cubanas, como de la Feria Internacional del Libro de La Habana. Pardo Lazo publicó la colección online, pero ahora será publicada formalmente en Europa después de haber sido galardonada en la República Checa con el premio Novelas de Gavetas Franz Kafka. La narrativa de este joven escritor extrae significados ocultos de la realidad cubana, no como resultado del análisis de los elementos componentes de esa realidad, sino gracias a las conexiones lingüísticas que él establece entre dichos componentes. El mundo caótico, de fin de mundo, sobre el que Orlando Luis escribe, ofrece un estilo que él mismo denomina como el de la “estética del desastre”.

Orlando, primeramente, quiero felicitarte por el premio Novelas de Gavetas Franz Kafka, otorgado a tu colección de cuentos, Boring Home y también quiero darte las gracias por haber aceptado mi invitación a ser entrevistado en Manguito Review.

La traducción del título de Boring Home es algo muy intrigante. El verbo to bore enfatiza la acción de limpiar mientras se perfora. Metafóricamente sugiere penetrar la realidad del hogar, limpiando lo contaminado o sucio. Por otra parte, en el cuento “Decálogo del año cero”, el protagonista nombra la ciudad como La Habanada, después, en el cuento de igual nombre que la colección, aparece como La Hanada. Ambas versiones parecen sugerir, La Habana “de nada” o que “está en nada”. Por último, existe la posibilidad de que sea un juego lingüístico sobre las contradicciones de la realidad habanera: el que un visitante alquile el hogar que fuera suyo antes de abandonar el país, resultaría en un contradictorio concepto de vivienda, boarding home como “hogar de huéspedes”. Ya que en tus textos saltan a la vista numerosas contradicciones, como la que acabamos de examinar, ¿consideras tu Boring Home como una interpretación lingüística de la realidad cubana?

Por supuesto. Y aún más: una interpretación fónica. A falta de eventos (o de entusiasmo para narrarlos), nos queda el lenguaje como última tabla de salvación (o perdición). Ante lo precario de nuestra memoria histórica, mi imaginación gramática me sirve de plastilina para moldear lo informe (y lo infame) de nuestro contexto. Boring Home no es un libro de realismo en el sentido literario, pero sí es un túnel discursivo de sinsentido para horadar en el ahora cubano. Cada texto repite el motivo de una melodía desafinada: recuperar lo irrecuperable, expresar lo inexpresable, pensar lo imposible. Es un destino bastante desatinado para una obra, ya lo sé, pero la estética del desastre me fascina en esta etapa creativa. Estando al margen del mercado mundial y del canon cubano, Boring Home es un ejercicio experimental al límite: bodrio y aventura, fiesta y fiasco, candidez y censura (literalmente una contra-dicción). Tal vez el libro primero deba crear a sus propios lectores, sean de la nacionalidad que sean, y acaso sólo después será posible su lectura literaria.

En diversas narraciones de Boring Home, observamos la presencia de un personaje cuyo nombre se manifiesta por medio de variaciones tales como Orlando, Orlando Woolf, San Mr. Orlando Woolf, etc. ¿Podrían tus lectores considerar a éste como un personaje autobiográfico, o al menos como un alter ego tuyo? O de no ser así, ¿es un personaje que por el ennui que sufre se acerca más al Orlando de Virginia Woolf?

Más que un alter ego, se trata de un alter texto: no tanto la máscara como la cáscara de mis mil y un “personadas”. Son dispositivos perfectamente dispensables, seres de letras y no de carne, pero que me permiten la magia de efectuar la ficción (fricción que con suerte causará una fracción). Para esta función echo mano a de todo un poco: biografías apócrifas y confesiones de barrio, candor y crimen, inverosimilitud y violencia, cinismo y sentimiento, amor y ampulosidad. Las mutaciones no son calculadas: son el método con que intento hacer avanzar la acción (rara vez lo logro). Soy yo siempre en todas las páginas, y es nadie nunca en ningún lugar. Intuyo una soledad socialipsista en cada una de mis historias. Es más saludable acercarse a Boring Home como si fuera una obra anónima, y no diagnosticarle a Orlando Luis Pardo Lazo todo lo que mi libro está dispuesto a parir (y a abortar).

En “Decálogo del año cero” y en otros cuentos de la colección, observamos que el protagonista Orlando se identifica con el personaje Bartleby de Herman Melville. Esto me motiva a preguntarte, ¿es la actitud que Orlando/Bartleby manifiesta ante las responsabilidades sociales y laborales reflejo de una táctica de resistencia política al estilo de la satyagraha de Ghandi?

No hay tal satyagraHabana en mi biografía, al menos de manera consciente. Las cosas me pasan sin que yo logre salirme a tiempo del tsunami tsucialista cubano. Podría pasar de presidiario a ministro y no enterarme de la transición. Como testigo, soy bastante alucinado y alienado, adjetivos que considero virtudes a la hora de incubar una poética peculiar. El testigo debe pagar el precio de sobrevivir a toda costa: participar desde dentro como si se estuviera muy lejos. El testigo tiene la responsabilidad de no consumirse durante el proceso, de conservarse no por egoísmo sino porque tarde o temprano le prestará su voz a los que nunca tuvieron voz. Así, un solo testigo es mucho más peligroso que mil actores, y el vértigo de esa responsabilidad me fascina. Y más me hechiza el rol del testigo que da testimonio a priori, que nombra lo que hasta entonces parecía innombrable, que allana el camino para la acción (o actuación: no por criminal la historia es menos teatro), que fotografía el futuro. La resistencia política es esa ilusión.

En “Lugar llamado Lilí”, se establece un paralelo entre la abandonada fábrica de muñecas de origen norteamericano y el estado ruinoso de gran parte de La Habana. Dentro de estas ruinas resaltan dos entidades: un sobreviviente Chevrolet modelo 1959 y una viviente muñeca estilo Barbie. ¿Cómo se explica la desmesurada atracción que siente el protagonista por ambas entidades?

Morbo en las ruinas. Éxtasis en medio de lo estático estatal. El deseo como delirio y deleite al borde del delito. Perversión para paliar el vacío, succión del suicidio. Libertinaje a falta de libertad. Pedofilia y politicomanía. Rabia en cadena que revienta toda represión académica. Explorar lo monstruoso que nos deshabita, mutar en una marioneta de sentido (¿seminal?) que nos animaliza y anima. Placer imposible de complacer. Son conexiones insólitas con las que sólo un loco lobotomizado o un lobo estepario podrían especular. Howllido y esquizoliteratura. Lecturas limítrofes. Todo se explica por mi desmesurada atracción hacia lo ilegible como último recurso para hacerme leer.

En el cuento “Boring Home”, haces mención de Edmundo Desnoes y de sus Memorias del subdesarrollo. ¿Podrías comentar sobre la influencia de este texto sobre tu obra? Específicamente, ¿qué paralelos hay entre Sergio y Orlando Woolf? También, ¿es el protagonista del cuento un Sergio que regresa a morir en La Habana? A propósito, ¿qué influencia ha tenido el cine en tu obra literaria?

El texto de Desnoes, como el resto de los textos cubanos, a pesar del boom de Bloom, no ejerció ninguna influencia angustiosa en mí. Lo mismo puedo decirte respecto al cine, aunque lo cite a menudo de manera involuntaria. Pero, contrario a muchos críticos incriticables, Memorias del subdesarrollo sí me parece una obrita ejemplar (tan canónica como la película de Tomás Gutiérrez Alea), un fenómeno que ni siquiera el propio autor podría explicar o replicar (Memorias del desarrollo sería una parodia patética). Esta noveleta, como Boarding Home de Guillermo Rosales, demuestra que no hace falta una novelística para marcar hitos en nuestro campo literario, sino que basta con 100 paginitas mecanografiadas. Sergio, como Orlando Woolf, como el Sagitario que yo mismo soy, somos entes contemplativos que intervenimos en la realidad desde una ironía inicua, deconstructiva, escéptica, antipopular y, por esto mismo, un tin reaccionaria. Antes fuimos pre-burgueses en fuga existencialista, pero ahora ya todos somos post-proletarios de la debacle: angustias atrapadas en el ajetreo albañileril de una revolucioncita provinciana que se soñó (no sin éxito) planetaria.

¿A qué se debe tu extenso manejo del slang norteamericano y el spanglish de EEUU?

Mi padre se graduó de Idioma Inglés en los años cuarenta. Nunca lo ejerció hasta retirarse con 61 años en 1980. Entonces daba clases de inglés en casa (universidad underground), por la irrisoria tarifa de 10 pesos nacionales al mes. Mi descubrimiento de la música fue con lírica anglo. Éramos fans de la FM que rebotaba en un radio soviético en las madrugadas de Lawton, y también de los canales de UHF que caían cuando la atmósfera se apiadaba de nuestra sed de mundo. Mis primeras novelas de adolescente las leí en su inglés original; también poesía antigua, con su arcaísmos que entendí entonces casi como neologismos. Tuve hasta una fase de fanatismo con Hollywood, en especial con el peor. Para mí el inglés ha sido la contrapartida de todas las cosas: un parámetro no parametrizable de mi libertad lingüística. Sin embargo, no tengo contacto activo con ninguna fuente del “slanglish” en EEUU. Gracias por tu halago, pero mi inglés es de algún modo una lengua privada que me invento para remendar el tedio del español, y supongo que suene muy raro para un nativo o incluso para un inmigrante real: es una (mala) suerte de ingless.

Si desde Sor Juana hasta nuestros días, la estética absorbente barroca ha servido para escudar el arriesgado mensaje del escritor marginado, ¿qué problemas de adaptación tendrían los escritores cubanos como tú en una etapa de apertura a la libre expresión artística?

Ningún problema. Ya lo verás. Muy pronto. Ojalá. Creo.

¿Qué hay de nuevo en la ficción cubana actual? ¿Qué proyectos literarios tienes entre manos?

Un nombre: Jorge Enrique Lage, cuya escritura me sabe tan brillante y artera que para mí él es el único político de los Lage cubanos. Una obra: Training Days (de Ahmel Echevarría Peré), novela inédita que desde el 2007 Cuba excluye de cada concurso para no tener que premiarla, o que los jurados le dan sólo Mención para lavarse las manos ante las editoriales. Ellos dos y yo somos el staff (o la estafa) del e-zine de escritura irregular The Revolution Evening Post, donde conceptos literarios y McDonald´s pueden ser antípodas o parónimos. Hay más complotados, por supuesto, pero sospecho que aún sea un secreto de secta (guerra avisada no mata Estado). Nunca tuve proyectos literarios, por suerte. Intentando una columna, termino con un cuento. Intentando ganar euros en un concurso, termino con un poema prepóstumo. En términos de Nietzsche, soy una calamidad intempestiva. En términos de Deleuze, una máquina delirante de lujo. Tal vez lo más parecido a un proyecto sería ir ya tramando cómo tanatizar a mis dos blogs, cómo ponerle el fatídico punto final a Lunes de Post-Revolución y a Boring Home Utopics.

Finalmente, ¿hay algo que quisieras añadir?

Durante 24 horas fui un natural de Manguito. Tu Manghost Town me dolió como no podía imaginarlo antes. Atisbé algo muy digno en la mirada de una época que en Cuba no quiso cristalizar, algo noble e irrecuperable de cara a un futuro tan tardío que nacerá siendo fósil, un esplendor en ruinas no físicas sino funcionales, el alma altanera de un país paupérrimo con ínfulas de providencial, cierta paz incivil, no sé... Espero nunca contagiarme con la presión mercadotécnica de teclear una novela, pero, llegado el caso (clínico), me gustaría sentarme en una terraza trasera de Manguito o en un manantial muerto de La Marina, ambos en Matanzas (donde dos yaniras tengo yo), y escribirla en silencio allí. Con el sonido insomne de nuestros irrecuperables 70´s. Con el tictac triste de todo el tiempo cubano que Cuba nos escamoteó. Del clarín escuchad el mutismo.

Monday, January 18, 2010


Desnoes matiza sus ideas de cambio en Cuba
Yani Angulo-Cano


foto tomada en FICCU Munich, Alemania


Edmundo, anteriormente expresaste que estabas en contra de un cambio de régimen en Cuba. Esta declaración ha motivado interrogantes entre lectores de Manguito Review y por lo tanto, me gustaría preguntarte, ¿qué cambios políticos quisieras ver en Cuba?

Un cambio total de régimen en Cuba podría, me temo, degenerar en un escepticismo de “ande yo caliente y ríase la gente”. Los cambios en Cuba deben surgir, tener sus raíces en nuestra gente, pero no creo en un cambio de régimen que ignore los sueños de justicia social y profundidad cultural que inicialmente acompañaron a la revolución. Debe existir una continuidad en nuestra historia. La revolución ha degenerado en un abrazo que asfixia. Nuestra isla vive en agonía. Debemos dar al mercado lo que el mercado necesita para prosperar: “Poderoso caballero es don Dinero.” Siempre y cuando nadie quede a la intemperie. El individuo debe disfrutar de absoluta libertad de expresión y movimiento. Un país pequeño, de recursos limitados, debe fomentar una cultura inquietante y vigorosa.

Si el régimen actual garantiza la competencia económica regulada y respalda la libertad de expresión y movimiento —yo apoyaría esos cambios.

Es, tal vez, un sueño imposible. Otros puede que tengan una mejor solución de borrón y cuenta nueva.

Wednesday, January 6, 2010

Entrevista a Edmundo Desnoes: El escritor y sus recuerdos


Recuerde el alma dormida,
Avive el seso y despierte,
contemplando…

Entrevista a Edmundo Desnoes
Yani Angulo-Cano

Edmundo Desnoes es el autor de la novela emblemática del período revolucionario, Memorias del subdesarrollo y de su reciente secuela, Memorias del desarrollo. En estos textos Desnoes nos ha legado dos protagonistas que se esfuerzan por entender, pero sobre todo sentir, el efecto que la Revolución ha tenido sobre ellos en Cuba y en EEUU. Las vivencias de Sergio y Edmundo; o sea, las asperezas sufridas por éste en su adaptación al “norte frío y brutal”, junto con el trauma sufrido en la isla por aquél, dramatizan y reafirman el proceso a través del cual muchos cubano-americanos se han hecho de una nueva identidad tanto de carácter personal como de grupo. Me parece muy indicado, igual que también considero todo un privilegio, poder contar con la colaboración de Edmundo Desnoes en esta aventura comunicativa. Mi más sincero agradecimiento a Edmundo por su caballerosa gentileza de otorgarme una entrevista para el debut de Manguito Review.

Edmundo, con el pasar de los años crece en importancia el filme, Memorias del subdesarrollo, al punto que podría considerarse entre las mejores realizaciones del cine latinoamericano. Como ésta es una película de ambigua paternidad— novela original tuya, llevada a la pantalla con la dirección de Tomás Gutiérrez Alea— recuerdo que alguien ha dicho que si el fracaso es huérfano, el éxito tiene muchas madres; o sea, me gustaría hacerte dos preguntas al respecto: (1) ¿qué grado de originalidad le otorgas a la película de Titón? y (2) ¿qué siente el creador de la palabra escrita— escritor de ficción o guionista— cuando ve que el mérito de su labor tiende a disminuir ante la rutilante experiencia cinematográfica?

― Yo soy la madre de Memorias del subdesarrollo y Titón es el padre que llevó la criatura al cine. Se reconoció en la pantalla; no tanto su cuerpo como su experiencia y sus ideas. La subjetividad de Sergio se forjó en mi vientre y el padre lo llevó a viajar por el mundo donde los muchos descubrieron en imágenes lo que sólo unos pocos habían leído, imaginado leyendo la novela.

Para qué negarlo: me irrita que atribuyan a Gutiérrez Alea las ideas y visión del personaje. Al mismo tiempo estoy y estaré siempre agradecido a Titón por haber reconocido las enormes posibilidades de darle carne y espacio a la interioridad de mi personaje. Junto con el director, como guionista, añadí secuencias vitales a la narración cinematográfica. Titón reconoció la importancia de la experiencia del personaje y Sergio Corriere lo interpretó magistralmente. Pero yo soy Sergio.

Mi única originalidad es haberle dado interioridad a la literatura de nuestra isla, subjetividad al estruendo histórico y social de la revolución.

Algo que desespera a muchos cubanos que voluntaria o involuntariamente han abandonado el país, es la importancia que a nivel continental se le atribuye a la Revolución Cubana, fenómeno que se expresa de espaldas al sufrimiento del pueblo cubano. ¿Cómo puede hacer el escritor cubano en el exterior para ayudar a balancear esta imagen? ¿Podría ser ése uno de los posibles enfoques interpretativos de tu última novela, Memorias del desarrollo?

― La trascendencia histórica de la revolución cubana y la agonía de tantos hombres y mujeres arraigados en la isla es lo que descubre y expresa la voz del narrador de Memorias del subdesarrollo. Andando por las calles de La Habana Sergio anticipa la ruina de la ciudad. Pablo, su amigo, pone el dedo en la llaga cuando afirma que somos una isla demasiado pequeña para la enormidad del sueño de una revolución continental. Como dijo con dolorosa ironía el ex presidente Grau San Martín de las buenas intenciones de los rebeldes en el poder: “Estos muchachos son incosteables.”

La revolución es una herida que acaricio con ternura, sufro y, tengo que admitirlo, gozo de la intensidad de la experiencia. No puedo negar la experiencia que vertebró mi vida. Esta declaración será un escándalo para los que sufren el abrazo asfixiante de la isla. ¿Hemos pagado un precio demasiado alto por haber vivido un sueño hoy convertido en pesadilla?

Memorias del desarrollo, la segunda parte del díptico, es implacable con la figura de Fidel Castro. Fidel se ha convertido en un bastón con empuñadura de plata y cabeza de perro que me ayuda a caminar por las calles de Nueva York, y con el que sostengo conversaciones imaginarias. Le recrimino pero me apoyo en la experiencia. Todo análisis riguroso de nuestra historia reciente debe empezar con una crítica a Fidel y Raúl y el Che. Esas figuras, sin embargo, son intocables en la isla. Memorias del desarrollo termina con una denuncia: el fracaso de la revolución por haberle ofrecido y luego negado el futuro a la juventud. Nosotros la gozamos, los jóvenes la padecen.

Que quede bien claro; estoy en contra del cambio de régimen, pero a favor de un sueño imposible; una liberalización regulada de la economía y una auténtica libertad de movimiento y expresión. La destrucción del régimen, siento, crearía el caos en la isla. Nuestra historia debe tener continuidad, inclusive la restitución de las estatuas derribadas de Estrada Palma y Zayas, malos presidentes, pero nuestros antepasados. La esencia de nuestra identidad está tanto en las humillaciones de la época colonial, como en la castración del relajo musical de la república, y así como en el sueño de justicia social y auge cultural de la revolución. Somos un pueblo existencial y la revolución nos impuso un idealismo represivo. Esas son nuestras cartas, las cartas con las que debemos jugar. El pueblo que rechaza cualquier aspecto de su cuerpo histórico rechaza su identidad. Somos ángeles que defecan.

En Memorias del subdesarrollo ya se presentaba la tragedia del destierro de muchas familias cubanas. Con el paso de los años, la emigración cubana ha alcanzado cifras tan altas que, junto a los cambios sociales dentro de la isla, crea las siguientes interrogantes: (1) ¿Qué aspectos del patrimonio cultural se han perdido para siempre? y (2) ¿Qué les ha enseñado el sufrimiento a los cubanos dentro y fuera del país?

― “¿Sabes lo que yo más quisiera en este momento?” me preguntaba retóricamente un amigo que apenas tenía 10 años al momento del triunfo de la revolución. “Me gustaría ir a la bodega y pedir un Ironbeer, o un Orange Crush, o un Cawy, o siquiera una gaseosa Salutaris…” Era un hombre hecho y derecho, en el bochorno del verano a mediados de la década de los setenta, soñando con la variedad de refrescos a disposición de un niño durante los últimos años de la república mediatizada. “Ni siquiera un guarapo.”

La revolución había eliminado desde la variedad de los refrescos hasta la deliciosa crueldad de soñar con dar un salto de clase. La variedad es una ley de la naturaleza, la existencia de múltiples especies y más diversidad de frutas que de marcas de automóvil aumenta el placer, la frustración y la belleza del planeta. ¿Dónde están los anones, la guanábana y los mamoncillos? El mayor crimen de la revolución es haber reducido la existencia a un mínimo común denominador. El zapatero de la esquina, el relojero de la avenida desaparecieron y en su lugar aparecieron un par de consolidados grotescos e ineficientes.

La imposición de una ideología igualitaria intentó y sigue intentado devorar la diversidad existencial de la isla. Nadie debe quedar a la intemperie, las necesidades básicas deben amparar a todos, pero es siniestro imponer a la infancia un sueño grotesco e imposible: “ser como el Che.”

Las opiniones no deben imponerse como verdades absolutas. “El autor (y todos debemos ser los autores de nuestras vidas) debe tratar de ser un amanuense del Espíritu”, como insistió Borges, “no de sus opiniones, que son lo más superficial que hay en él.”

Las opiniones impuestas por la dirigencia de la revolución han empobrecido la vida nacional; la corrupción, la escasez y la represión son más asfixiantes que el relajo de la república. El choteo es nuestra manera de sobrevivir la imperfección de toda existencia.

He vivido en carne propia y siento en muchos cubanos una profundización de nuestra sensibilidad. La revolución nos ha hecho más universales y más conscientes de que los sueños de justicia social pueden producir monstruos que niegan la enorme diversidad (deliciosa y a veces cruel) de la existencia. Nos ha dado interioridad y complejidad. El cubano ha crecido gracias al fracaso del sueño revolucionario. Si Martí insistió en que había que ser culto para ser libre, el cubano ha logrado la primera parte de la recomendación, somos hoy más cultos aunque menos libres. Tal vez debemos reconocer que la Biblia se acerca más a la verdad: “El que añade ciencia añade dolor.”

Para resumir: hemos perdido en diversidad pero hemos ganado en profundidad, así en la isla como en la diáspora del exilio. Me siento más orgulloso hoy de ser cubano que a mediados del siglo pasado.

En Memorias del desarrollo hay elementos obviamente autobiográficos; es decir, compartes nombre y apellido con el protagonista, además de los datos de tu exilio en Italia y EEUU, pero también aparecen otras vivencias de menor transparencia autobiográfica; tal como, el inglés como lengua materna, o incluso la potencialmente problemática relación con Dorothy. ¿Es este texto una autobiografía novelada o es una novela decorada con elementos autobiográficos?

― Todo gira en torno al más huidizo de los conceptos literarios, eso que llaman realismo. Para mí realismo es una mezcla de lo vivido con lo imaginado. La existencia y la imaginación. Narro lo que me ha ocurrido, mezclado con lo me hubiera podido ocurrir, con lo que imaginé: sea porque lo he deseado o porque temía que me estaba a punto de acontecer. Podría decir: todo lo que he narrado lo he vivido con intensidad. Escribo tanto para expresarme como para completarme.

Para mí la existencia tiene dos polos: el individuo y el contexto de su vida. “Yo soy yo y mi circunstancia,” como propuso Ortega y Gasset. No hay historia que no encarne en un individuo, y no hay individuo sin raíces en la historia. Eso es Sergio: la resonancia de nuestra turbulenta historia en la conciencia desgarrada de un individuo.

Otra característica intrigante de esta novela resulta de su ambiente lingüístico; es decir, es frecuente en ella encontrar expresiones, oraciones y diálogos en inglés (y francés, aunque mucho menos frecuente). Aunque te esmeras en transmitir el mensaje de estos pasajes dentro del texto en español, no siempre se obtiene una traducción del todo fiel al mensaje original. Lo que me hace preguntarte, ¿está Memorias del desarrollo reservada para un lector bilingüe, incluso trilingüe? Y de ser así, ¿no temes limitar el acceso del mayor público posible al contenido de tu novela?

― Si una lengua es una manera de pensar y vivir, la convivencia, el abrazo y la lucha entre el español y el inglés es una de las claves de mi vida y mi obra. Y de nuestra isla. Nací en español pero mi Quijote ha vivido las dudas de Hamlet.

Mis raíces se hunden en la pedregosa tierra del español pero tengo precarias ramas en inglés. Así mi propia vida: mi abuelo paterno ayudó a organizar la guerra necesaria como delegado del Partido Revolucionario Cubano en Jamaica donde mi padre conoció a mi madre: una mujer de habla y pensamiento inglés. Yo hablaba español con Oscar, mi padre y en las calles de La Habana e inglés con Hilda, mi madre dentro de las paredes de mi casa o en el jardín donde cultivaba rosas mientras mi padre administraba un banco en Cuatro Caminos y tenía aventuras por la ciudad. Mi madre me llevó a ver Blanca Nieves y mi padre a contemplar los muslos de las coristas en el Teatro de la Comedia.

Memorias del desarrollo tiene un narrador que piensa en español, pero los diálogos que ocurren en inglés aparecen siempre en inglés, nunca en traducción aunque siempre he tratado de hacer inteligible el contenido. El genio de una lengua se pierde siempre en toda traducción.

Si algunos diálogos en inglés escapan al lector de lengua española es porque aunque nos comunicamos no siempre nos comprendemos. Hay elementos opacos, incompatibles entre los nacidos en español y los nacidos en inglés desde la confrontación histórica entre España e Inglaterra y agudamente desde la derrota de la Armada Invencible en 1588. Nuestra América y los United States of America sostienen una lucha cuerpo a cuerpo –y nada se parece más al abrazo que la lucha cuerpo a cuerpo según Miguel de Unamuno.

Por último, la auto-marginación del Sergio de Memorias del subdesarrollo encuentra un paralelo en la vida del casi ermitaño Edmundo de Memorias del desarrollo. ¿Por qué la paradoja de que mientras más ellos quieren ser parte del mundo que les rodea, menos logran establecer lazos con esa realidad? ¿Cómo se explica que mientras más preparados están ambos para el discurso social (bilingüismo, biculturalismo, etc.), solo logran alcanzar la soledad de la marginación?

― Es cierto que “mientras más ellos quieren ser parte del mundo que los rodea, menos logran establecer lazos con esa realidad.” Al mismo tiempo creo que esa es una de las búsquedas esenciales de hombres y mujeres. Hoy más que nunca nos sentimos desarraigados, expulsados del paraíso. Pensar es sentirse aparte, y nuestro discurso más poderoso es con nosotros mismos.

Mi trabazón con la isla, mi pasión por la mujer, mi entrega a la literatura es mi forma de conocer y reconocerme. A los 79 años de mi residencia en la tierra, vísperas de los 80 de mi edad, aumenta la tensión entre la soledad y la comunión, la vida y el mar.

EDMUNDO DESNOES
Nueva York, 22 diciembre 2009

Friday, January 1, 2010

Quo Vadis?




QUO VADIS?
Yani Angulo-Cano

The start of 2010 marks the 30th Anniversary of the 1980 Mariel Boat Lift. To most citizens of the world, this is nothing more than a footnote to the troubled history of Cuba and to the island’s complex relationship with the United States. For the more than 100,000 Cubans who braved the expected abuse at the hands of the pro-government mobs and who faced both the unknown dangers of the sea and the risks of future uncertainties, the Mariel exodus is an identity-defining landmark. As a child then, I shall never forget that night in my hometown of Manguito, when I had to leave bed, home and familiar surroundings, board a shrimp boat, plunge below deck, and attempt to sleep despite being shaken by a rough sea. Because of security concerns, my parents had not warned me of our imminent departure. Now, during the rush to leave, they offered me details, but these were not easily processed by a distressed nine-year-old. Where was I going?

A lot of things have happened in the three decades since that night. I now have both a family and a university career, but when I witness my nine-year-old son fashioning his own Cuban-American identity, the same as the children of my West Palm Beach friends with similar Mariel backgrounds, I’m conscious that the events of that fateful night always will play a role in our lives.

When I left Cuba in May of 1980, I couldn’t have imagined that three decades later I would be reviewing the unfinished business of the Mariel diaspora; yet, in the eve of the anniversary, I feel the need to follow the steps that have brought me and my fellow marielitos to both our blessed present and to our promising future. Because of my profession, literature surely has to play a significant (but not exclusive) role in such a journey of (re)discovery. I invite others with common experiences, and similar interests to visit my Manguito Review. We have travelled far… together we shall give meaning to our collective journey.