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Monday, September 27, 2010

En memoria de Orestes Sánchez Alfonso, 1914-2010

Hilda Gómez Abreu y Orestes Sánchez Alfonso, 31 de agosto, 1946


Uno de los dos familiares más queridos que me quedan en Manguito, mi abuelo, ha fallecido hoy. Junto con el dolor evoco tantos recuerdos de mi niñez. En ellos mi abuelo es una constante. Como he pasado mi vida adulta fuera de Manguito, las palabras que aparecen aquí surgen de la memoria de esa niña que en algún momento fui. Mis recuerdos de mi abuelo también giran alrededor de ese hogar mágico, hermosa casa estilo Art-Déco que construyera sin ayuda de un plano. Pienso en los lugares donde nos reuníamos a jugar, a estudiar o a conversar. Para cada actividad había un espacio reservado. Estudiar se realizaba únicamente en la mesa de cristal del comedor, mientras que los sillones del portal servían de escenario para sus cuentos.

Mi abuelo era muy hábil contándome cuentos, su repertorio era inagotable. Los inventaba al momento y siempre que los repetía, a petición mía, eran un tanto diferentes. Mi favorito era el de Algodoncito Seco. Mi afición a la literatura hoy sin duda se debe a sus muchos esfuerzos en desarrollar en mí el gusto por la literatura infantil. Al mismo tiempo, debido a su formación en la imprenta, me inculcó la importancia de la buena letra y cuidar la ortografía en interminables tardes de dictado. Bien recuerdo los cuadernos que me preparaba, encuadernados por él en la imprenta que había sido el negocio de la familia. Mis cuadernos eran siempre diseñados en rojo o en negro con mi nombre en letras doradas. También guardo el recuerdo de una noche de apagón en Manguito mientras mi abuelo me repasaba las tablas de multiplicar.

Espero en algún momento poder reunirme con mi abuela en Manguito. Pero sé de antemano que la casa familiar me resultará extraña simplemente porque en ella faltará la presencia de Orestes Sánchez Alfonso, mi querido y entrañable abuelo.