Comparto con ustedes esta hermosa producción de mi amigo Orlando Luis Pardo Lazo:
Dama de blanco, rojo y azul
“Soy profesora de literatura, aficionada al teatro, poetiza, madre y más recientemente, blogger (Pentesilea de un Aquiles muerto). Mi poesía es algo así como un cuadro de Salvador Dalí, un poco surrealista, no sé que más... mis poemas reflejan lo que llevo por dentro, mi ansia existencialista, mi búsqueda de respuestas a preguntas inexistentes, mi amores frustrados, mis obsesiones, mi locura, la música que llena el alma, mi esfuerzo de madre perfecta, no sé que más decirte.... mi intento de escribir poesía, mis frustraciones, mi falta de aire, mis canas adelantadas...”En esta ocasión les presento el poema inédito, “No existo”, una reflexión sobre la esencia de la identidad de la poetiza. Tal parece como si mientras más la voz poética buscara su esencia, sólo encontrara su ausencia. Sin embargo el poema concluye con una tentativa de reafirmación, “creo que sí existo”.
Weinreb, Amelia Rosenberg. Cuba in the Shadow of Change: Daily Life in the Twilight of the Revolution. U P Florida: Gainesville, Florida, 2009.
El hombre al que su tierra natal le parece dulce es todavía un tierno principiante; aquel para quien toda tierra es su tierra natal es ya fuerte; pero el hombre perfecto es aquel para quien el mundo entero es una tierra extraña. El alma joven ha fijado su amor en un lugar del mundo; el hombre fuerte ha extendido su amor a todos los lugares; el hombre perfecto ha apagado su amor. Hugo de San Víctor, monje del Siglo XII
Un camino polvoriento y una vía férrea en vías de extinción conducen a mi pueblo, aislado entre el mar y los manglares en el extremo de una península. Siempre tuve la impresión de vivir en el fin del mundo….Regreso al pueblo después de 27 años de ausencia.
Tu rostro me hacía pensar en una actriz muy popular de esa época del cine mexicano. Esta foto, la única de tu juventud fue tomada poco antes de haber encontrado a mi padre. De hecho, ambos se encontraban en la misma foto. Pero tú la cortaste en dos, después de vuestra separación. La otra mitad la vi en casa de mi padre. Tuve que renunciar a saber cómo encontraste a mi padre. Tú dices que no te acuerdas. Mi padre también lo ha olvidado.
Guardaste siempre tu pasado con un pudor extremo. Una zona de sombras rodeaba la familia que habías hecho a los 19 años antes de encontrar a mi padre. Aquel hombre desapareció y mis tres hermanas Zoila, Sara y Nidia pertenecen a ese pasado.Paradójicamente, la voz discursiva que ha regresado en busca de la reconciliación con su pasado no puede disimular su perplejidad cuando se percata de que: “La intimidad de la familia no ha sido nunca rito ni virtud a compartir”.
Partir o quedarse, volver o alejarse. Todos mis actos se resumen en esta paradoja…Los manglares siempre han constituido la frontera última del pueblo. Vengo a este sitio para transgredir una prohibición de mi infancia.Con esta afirmación comienza a abrirse el discurso de la memoria, que busca en cada rincón del pueblo un asidero que le permita re-hacer su esencia. Esto es, conciliar sus expectativas que regresan al pueblo con los recuerdos preteridos en el tiempo.
Tú me hiciste salir del embrutecimiento de la pobreza y de la sombre de un padre indiferente a fuerzas de astucias y de sacrificios enormes e incluso de mentiras, pero tú no te quejabas nunca del mundo o de la vida. Tú hablabas con rabia de nuestras privaciones y dificultades…Quizás ésta fue la causa de mi entusiasmo de adolescente por la redención prometida por el marxismo.No obstante, la voz discursiva, una vez más, muestra su perplejidad cuando el discurso de la memoria, que como se ha dicho, intenta conciliar los recursos de la niñez se ve obligado a enfrentar las condiciones de vida que tienen los habitantes de Guatemala. Es así que dice:
El presente y los vestigios del pasado se entremezclan alrededor de mí: De un lado las injusticias de la sociedad cubana de mi infancia antes de la Revolución y del otro, la sociedad actual rehén de una ideología exangüe donde impera la corrupción y el fraude general.En el documental, cada personaje entrevistado cuenta, a su manera, las dificultades e inconformidad con el sistema, cada discurso parece repetirse, sólo cambian el tono o las circunstancias, pero todos, coinciden y todos esperan, acaso por un cambio sin certeza, cuyo futuro incierto desconocen.
El bloque de verdad lo tenemos aquí…El que vive en una provincia del país no puede mudarse para la capital…En tu tierra tú no puedes mudarte para donde tú quieras…La Habana es la capital, el resto del país son áreas verdes.Esas imágenes de encierro y atemporalidad la refuerza el discurso cinematográfico cuando nos muestra el poblado de Guatemala “congelado” en su existencia, atrapado en las limitaciones de la subsistencia cotidiana que por décadas ha impuesto el sistema, atado a una ideología totalizadora e inoperante. Con el tiempo los nacionalismos vencedores depositan la “verdad” exclusivamente en sí mismos y relegan la falsedad a la inferioridad de la gente de afuera (como es el caso de la retórica del socialismo cubano frente a las “agresiones” del imperialismo norteamericano). No obstante, el tiempo, con sus huellas inexorables, ha envejecido a sus moradores y ha destruido la infraestructura económica de la sociedad.
Caminamos tantas veces por estas calles bajo el sol abrasador: tú hablando incesantemente debajo de tu sombrilla desteñida y yo en silencio. El mundo estaba allí siempre presto a traicionarnos y tú me preparabas para la vida con monólogos interminables que yo comprendía apenas. Yo te escuchaba casi siempre ausente y de este modo logramos conservar esta incomprensión.Paradójicamente, el único momento en el cual la familia parece comulgar en un acto de afecto colectivo ocurre cuando se acercan a la muerte, en medio del camposanto frente a los restos de una antepasada fallecida. Pero no hay más. Y la voz discursiva debe reconocer el fracaso de su intento. Debe replegarse y admitir que los lazos de afectos que lo podrían atar al pasado son inaccesibles:
Las madres —dice— son susceptibles y no consienten que los hijos se tomen libertados con el ayer y sus secretos. María Magdalena Rodríguez Escalona, hija de José y de María. Yo crecí a la sombra de tus penas y secretos. Ignoro todo sobre tu pasado. Éste es un reto del cual sales definitivamente invicta…Un día partirás llevándote contigo tu jardín secreto.Se ha levantado el puente colgadizo que conecta el pasado con el presente. No hay amargura pero la resignación obliga a las reflexiones:
La Habana. Nave fantasma, hangar sintético reflejado en un bolsón de agua o metal….Aberración mnemónica del lenguaje…. Cada noche Ipatria y yo la comparábamos con una ciudad distinta….Hiroshima, por ejemplo, tiritando en una noche de verano de agosto….Con Haifa, por ejemplo, y su ristra de supertanques insomnes con el vientre eructando oil. (4a-b)
Y más me hechiza el rol del testigo que da testimonio a priori, que nombra lo que hasta entonces parecía innombrable, que allana el camino para la acción… que fotografía el futuro…. Con el tictac triste de todo el tiempo cubano que Cuba nos escamoteó. Del clarín escuchad el mutismo.Naturally, the last sentence is taken from the national anthem, but it has been transformed. It should read: “Del clarín escuchad el sonido,” which begs for the inclusion of the next line, “¡a las armas valientes corred!” But to Pardo Lazo, recalling Simon and Garfunkel’s famous song from the 60’s, all he hears is The Sounds of Silence. As a wandering writer who has accepted responsibility for bearing witness and for the safe-keeping of precarious records for the national memory, Orlando Luis Pardo Lazo offers his readers a discursive alternative to the outmoded and stifling revolutionary rhetoric.